BLOGS DE JOAQUÍN JOSÉ FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ

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Elvis en concierto en el Hotel Internacional de Las Vegas en 1969

Elvis cantando "Hound Dog" en el Milton Berle Show de la NBC en 1956

Elvis interpretando "If I Can Dream" en el trascendental especial "Elvis" para la NBC en 1968

domingo, 4 de agosto de 2013

ELVIS HOPPER: UN DIÁLOGO VISUAL




Las citas textuales que se listan a continuación prepararán la mirada del lectoespectador para generar, en el intransferible territorio de su propia imaginación, las personales reglas sintácticas que engarcen, en un todo sistémico, las imágenes que se yuxtaponen en la presente entrada: cuadros de Edward Hopper y fotografías de Elvis Presley realizadas por Alfred Wertheimer. Edward Hopper y Elvis Presley, dos nombres cuya mera mención evoca al instante no pocos de los principales relieves de la cara y la cruz de la norteamericanidad del siglo XX.


“El arte, dijo Stephen, es la predisposición humana hacia lo perceptible o lo inteligible con un fin estético”.

[James Joyce. “A Portrait of the Artist as a Young Man”. Mi traducción]


“No hay duda de que tanto la fotografía como la pintura tienen el poder de ponernos ante la imagen de las cosas, proporcionándonos descripciones mucho más efectivas que las que pueden hacerse con palabras. De ahí que recurramos continuamente a las fotografías para mostrar a otros lo que no podemos enseñarles directamente, pues lo que vemos cuando miramos una fotografía de una escena o de una persona se parece a lo que vemos cuando miramos directamente esa escena o a esa persona”.

[Jorge Mínguez. “Las fotografías y el pasado”]


“Queremos siempre que la imaginación sea la facultad de formar imágenes. Y es más bien la facultad de deformar las imagenes suministradas por la percepción y, sobre todo, la facultad de librarnos de las imágenes primeras, de cambiar las imágenes. Si no hay cambio de imágenes, unión inesperada de imágenes, no hay imaginación, no hay acción imaginante. Si una imagen presente no hace pensar en una imagen ausente, si una imagen ocasional no determina una explosión de imágenes, no hay imaginación”.

[Gaston Bachelard. “El aire y los sueños”]


“Sintaxis. Ya hablamos de una lectura discursiva de objetos-signos dentro una misma fotografía; es natural que varias fotografías puedan transformarse en secuencia (es el caso corriente de las revistas ilustradas); el significante de connotación ya no se encuentra entonces a nivel de ninguno de los fragmentos de la secuencia, sino a nivel (suprasegmental como dirían los lingüistas) del encadenamiento”.

[Roland Barthes. “El mensaje fotográfico”]


“Vistas en sí mismas, estas instantáneas son misteriosas e inquietantes. Evocan un deseo por el resto de la narrativa, y expresan con fuerza la interrupción del relato, la disjunción característica de la vida moderna. De este modo, despiertan en el espectador ansia por el todo y, por consiguiente, provocan sentimientos de aislamiento y de pérdida. La sensación de soledad que experimentan quienes contemplan el arte de Hopper emana del hecho de que se ha roto un continuo (…) Al despojar a la vida moderna de las ilusiones del momento, Hopper deja a sus espectadores aislados, muestra la fractura de los tradicionales apuntalamientos espirituales en el mundo moderno y revela la pobreza de una sociedad que ha renunciado a la calma meditativa en favor de una frenética visión del progreso”.

[Robert Hobbs. “Edward Hopper”. Mi traducción]


“Nighthawks” (”Aves nocturnas”) es una de las pinturas más famosas de la historia del arte norteamericano, plena de mensajes antiurbanos que constituyen una constante en el discurso público estadounidense. Ha sido objeto de numerosas adaptaciones (…) Entre las más famosas se cuenta el póster que en 1987 realizó el artista austríaco Gottfried Helnwein. Esta parodia es interesante por los personajes que Helnwein elige para ocupar el “diner” (cafetería 24 horas) en lugar de las anónimas figuras de Hopper. James Dean, Humphrey Bogart, Marilyn Monroe y Elvis Presley son iconos norteamericanos cuyas vidas privadas fueron trágicas en idéntica medida en que sus vidas públicas fueron excepcionales, y de los cuatro puede afirmarse que personifican el tema hopperiano antes mencionado de “vidas privadas de callada desesperación vividas en la arena pública” (…) Dice mucho de la atmósfera de “Nighthawks” el que estos personajes famosos tuvieran vidas solitarias y muertes trágicas, encontrándose aislados del mundo que los rodeaba debido a la adulación y su propio estatus. El mundo exterior a la cafetería es la arena donde se rompieron los sueños de estos famosos y de sus admiradores y, en esta interpretación, la cafetería puede ser entendida como proveedora de lo que Hobbs (…) describe como “una irreal y artificial sensación de calidez”, un breve respiro de un mundo que en última distancia los derrotó. Al ubicar a cuatro iconos norteamericanos en el interior de un icono del arte norteamericano, Holnwein abre “Nighthawks” a una exposición iconográfica más detallada, poniendo al descubierto aquellos significados simbólicos del cuadro que cimentan su posición como hito del antiurbanismo del siglo XX”.

[Tom Slater. “Fear of the city 1882–1967: Edward Hopper and the discourse of anti urbanism”. Mi traducción]


“La mayoría de las personas que vemos en las pinturas urbanas de Hopper son individuos aislados que parecen estar fuera de lugar, distanciados tanto social como espacialmente de la ciudad que va transformándose a su alrededor” / “A lo largo del año 1976 Elvis exhibió una creciente desafección hacia la grabación de música así como hacia su vida en general. Sherrill Nielsen, miembro del grupo Voice, recuerda cómo Elvis le confesó un día en Las Vegas lo siguiente: “Estoy tan aburrido”. Su productor musical, Felton Jarvis, oyó algo similar: “Estoy tan cansado de ser Elvis Presley”. Ninguno de los dos amigos dudaba de la sinceridad del cantante, pero su falta de interés, que iba en aumento, estaba teniendo graves consecuencias. Se estaba haciendo imposible incluso conseguir que Elvis se plantease volver al estudio de grabación, a pesar de la obligación contractual con la RCA (…) Lo que harían ahora sería simplemente llevarle a Graceland la unidad móvil de grabación y dejar que Elvis trabajase en su propia casa”.

[Tom Slater. “Fear of the city 1882–1967: Edward Hopper and the discourse of anti urbanism” / Ernst Jogersen. “Elvis Presley: A Life in Music. The Complete Recording Sessions”. Mi traducción]






















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