BLOGS DE JOAQUÍN JOSÉ FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ

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Elvis en concierto en el Hotel Internacional de Las Vegas en 1969

Elvis cantando "Hound Dog" en el Milton Berle Show de la NBC en 1956

Elvis interpretando "If I Can Dream" en el trascendental especial "Elvis" para la NBC en 1968

miércoles, 8 de septiembre de 2010

TAKE MY HAND, PRECIOUS LORD / HIS HAND IN MINE






Emparejo en esta entrada dos temas gospel de Elvis por los que siento especial predilección. Aunque grabadas con un intervalo de tres años, ambas canciones se integran en dos discos que ejercieron efectos similares en la evolución del artista, en particular en lo que a la construcción de su imagen ante el gran público se refiere. “Take My Hand, Precious Lord” se graba el 13 de enero de 1957 en Radio Recorders, Hollywood. Sólo una semana antes, el día 6 de enero, Elvis había hecho su tercera (y a la postre última) aparición en el famoso show de cobertura nacional que Ed Sullivan presentaba en la CBS, y que por aquel entonces recibía el nombre de “Toast Of The Town”. Preocupado por las reacciones críticas hacia el programa provocadas por la supuesta vulgaridad y obscenidad del cantante en pantalla, Ed Sullivan decidió que, en esta su tercera actuación, la cámara tomase a Elvis tan sólo de cintura hacia arriba. El cantante, flanqueado por su cuarteto de apoyo, The Jordanaires, y proyectado poderosamente por el plano corto censurador hacia el interior de las salas de estar de las clases medias estadounidenses, puso fin a su comparecencia en el programa con una espléndida y emocionante interpretación, prácticamente “a cappella”, del clásico gospel “Peace In The Valley”. A renglón seguido, Ed Sullivan se apresuró a despedir a Elvis ante las cámaras en términos realmente encomiosos, entre los cuales podemos destacar “a real decent, fine boy” (“un muchacho realmente bueno y decente”). Estas palabras, de boca de una megaestrella de la televisión estadounidense, sin duda remodelaban muy positivamente la imagen del cantante ante los ojos del norteamericano medio. Tanto su mánager, el “Coronel” Tom Parker, como la RCA no dudaron en utilizar el fuerte impulso propiciado por el show de Ed Sullivan para reforzar más aun si cabe la imagen de Elvis, mediante la grabación de un EP compuesto por cuatro temas religiosos, entre los que se contaban “Peace In The Valley” y “Take My Hand, Precious Lord”. Por su parte, la segunda canción que aquí incluyo, “His Hand In Mine”, se registra el 30 de octubre de 1960 en el Estudio B de la RCA en Nashville. Forma parte del primer larga duración dedicado en su totalidad al gospel grabado por Elvis, que recibe idéntico nombre que la canción. El efecto que mánager y compañía discográfica persiguen con este disco es, nuevamente, seguir mejorando y consolidando la percepción pública del cantante: son los tiempos en que Elvis acaba de regresar de su servicio militar en Alemania y se intenta recuperar el favor del público, al tiempo que proyectar una imagen del cantante menos rebelde, más madura, más “mainstream”, que paulatinamente lo llevase a ser aceptado por públicos de diferentes franjas de edad. Como suele ser norma habitual en el complejo negocio de la música, los intereses y motivaciones de los artistas suelen discurrir, en no pocas ocasiones, por cauces bien distintos de los de sus representantes o sellos discográficos. El caso de Elvis no era una excepción en este sentido pues, para el cantante, la grabación de los dos discos a los que antes me refería representaba básicamente la oportunidad de hacer realidad un anhelo que le acompañaría durante toda su carrera musical: realizar trabajos discográficos de calidad dedicados por entero al gospel, género que conocía en profundidad, dominaba técnicamente y amaba con auténtico fervor, y que a la postre, dada la impronta de Elvis en la escena musical estadounidense de su época, contribuiría poderosamente a popularizar. Buena prueba de ello es el hecho de que su LP navideño de octubre de 1957 “Elvis’ Christmas Album”, que volvía a incluir los cuatro temas del EP “Peace In The Valley”, vendiese 7 millones de copias, convirtiéndose, según explica Charlotte Greig en su libro de 2005 “Los 100 discos más vendidos de los 50”, en el LP más vendido en Estados Unidos durante toda la década de los 50. Las dos canciones de esta entrada ilustran respectivamente los dos ingredientes fundamentales de la muy personal variedad de gospel acuñada por Elvis: el gospel negro (“black gospel”) y el gospel blanco originario del sur de la nación (“Southern gospel”). De igual modo a lo sucedido con su música secular, la perfecta simbiosis, sin prejuicio racial o musical alguno, de los sonidos negros y blancos conformó el sello de identidad de la música religiosa de Elvis. “Take My Hand, Precious Lord” es uno de los himnos más famosos del gospel negro. Fue compuesta en 1939 por Thomas A. Dorsey, autor de tanta relevancia dentro del género que llegó a ser conocido como “El Padre del Gospel Negro”. Dorsey fue también el creador del tema “Peace In The Valley, que compuso en 1937 para la gran Mahalia Jackson, a la que le unió una estrecha colaboración artística y amistad personal. Una versión de referencia de “Take My Hand, Precious Lord” fue grabada en 1956 precisamente por Mahalia Jackson, la cual debía de ser sin duda conocida de primera mano por Elvis. Dorsey realizó un fructífero periplo artístico desde el territorio del jazz y blues de Chicago hasta la música religiosa, género en el que se labró un nombre para la posteridad. En lo musical, la introducción dentro de la música religiosa negra de las valiosas esencias sonoras del jazz y el blues se cuenta entre uno de sus logros más destacados. “Take My Hand, Precious Lord” era una de las canciones preferidas de Martin Luther King: sonó en numerosas ocasiones durante sus alocuciones públicas en su infatigable lucha por los derechos civiles de la población negra y, tristemente, sonó también en la privilegiada voz de Mahalia Jackson durante su funeral, tras ser asesinado en abril de 1968. Por su parte, “His Hand in Mine” es una espléndida muestra del “Southern gospel” blanco. Fue creada en 1953 por Mosie Lister, voz principal (durante un corto período de tiempo) y, sobre todo, compositor y arreglista de The Statesmen, uno de los principales cuartetos sureños de gospel de la segunda mitad del siglo XX y, junto con los también famosos The Blackwood Brothers, piedra angular en la formación musical y estilo vocal de Elvis. Es de justicia afirmar aquí que Mosie Lister es con certeza uno de los más grandes compositores del gospel sureño, que proveyó de grandes temas a muchos de los cuartetos vocales de su tiempo, entre los que se cuentan también los propios The Jordanaires, que acompañan a Elvis en las dos canciones que aquí ofrezco. En lo musical, las dos canciones me parecen excelsas. En “Take My Hand, Precious Lord”, el sutilísimo acompañamiento instrumental, con un precioso sonido envolvente de órgano, y las atinadas pinceladas vocales de The Jordanaires resaltan el protagonismo interpretativo de Elvis: cada una de sus palabras, hasta la más corta y aparentemente insignificante (escúchese, por ejemplo, la línea “Lead me on to the light”), es permeada por una emoción que creo que trasciende lo puramente musical, claramente dominado por la ancestral hondura sonora del gospel negro, que Elvis recorre con exquisita naturalidad y convicción desde los tonos más graves a los más agudos. Mientras escucho la canción, recorren mi mente fugaces imágenes de Elvis y Mahalia Jackson cantando y del propio Martin Luther King dirigiéndose a las masas, avivando en mi corazón sentimientos difícilmente verbalizables. En “His Hand In Mine” destaca sobremanera la excelencia de las armonías vocales que vertebran la canción: la preciosa voz de Elvis se funde armoniosamente con las de The Jordanaires, que a su vez son contrapunteadas por la delicada voz femenina de Millie Kirkham. Los dos pasajes en solitario de Elvis, de evidente sinceridad musical y sentimental, ilustran la versatilidad vocal y dominio técnico del cantante, que se traslada con facilidad al territorio natural del bajo, dentro de la estructura de voces típica de los cuartetos de gospel; de este modo, el artista da rienda suelta por unos instantes a una de sus íntimas aspiraciones musicales de sus años de formación: convertirse algún día en un buen cantante bajo de un grupo de gospel. Los exquisitos contornos melódicos de la canción, divisa del “Southern gospel” y bellamente adornados por las teclas del piano de Floyd Cramer, nos conducen con paso suave pero firme hacia un emotivo final a cargo del conjunto de voces. Estoy ciertamente con Ernst Jorgensen cuando, en su obra “Elvis Presley: A Life In Music”, describe esta interpretación de “His Hand In Mine” como “a deeply felt and highly polished gem” (“una refinadísima joya, profundamente sentida”). En lo que a las letras de las dos canciones se refiere, por encima del evidente contenido religioso de las mismas, lo que me atrae realmente es el indiscutible valor universal que puede observarse tanto en su imaginería poética como en su temática. En ambos casos, desempeñan un papel fundamental las metáforas convencionales de la mano y el guía, comunes a numerosas lenguas y culturas, y motivos que, en parte, me llevaron a la selección conjunta de las dos canciones. La mano como la más poderosa imagen de la relación entre los seres humanos, sea ésta de amistad, afectividad, amor, apoyo o solidaridad. Por su parte, el guía como símbolo de la persona paciente, comprensiva y generosa que conoce a la perfección el camino - que puede estar lleno de peligros, representados por ejemplo en “Take My Hand, Precious Lord” por la tormenta, la lluvia y la oscuridad – y está dispuesta a ayudarnos, reconfortarnos y conducirnos a la consecución de nuestras metas, sean éstas modestas o ambiciosas, en lo físico, intelectual o espiritual. Aunque son diversos los temas presentes en las dos canciones, me gustaría concluir dedicando algunas palabras al que más me gusta y es perfectamente visible en “His Hand In Mine”: la relación del hombre con lo espiritual, con lo que lo trasciende a través de lo sensorial, del conocimiento empírico. El protagonista de la canción cree trabar contacto con Dios, ser consciente de su existencia de una manera física, táctil, cuando es capaz de sentir la mano de aquél en la suya propia (“I can feel his hand in mine / that’s all I need to know”). Más allá de cualquier experiencia religiosa concreta, creo que esto es una constante en la travesía vital del ser humano: la percepción de lo espiritual, de lo trascendente - no necesariamente religioso – a través de los sentidos, a través, por ejemplo, de la ensimismada visión nocturna de las estrellas, del cautivador sonido del mar en su incesante movimiento o de los fragantes aromas del frondoso bosque. La audición de música gospel me eleva a un estado especial, de singulares goce estético y percepción emocional: cada vez que escucho “His Hand In Mine” el recuerdo de los momentos, cada minuto que pasa más lejanos, en que mi mano tocaba las manos de aquellos que ya no están se torna extrañamente físico, casi palpable. Encabezan esta entrada, de arriba hacia abajo, Elvis y Mahalia Jackson, junto con la actriz Barbara McNair, en el año 1969 en los estudios de la Universal, durante un descanso del rodaje de “Change Of Habit”, el último largometraje de ficción que protagonizaría el cantante; portada de un disco recopilatorio de grandes temas gospel compuestos por Thomas A. Dorsey, con su imagen en el centro; foto publicitaria de 1948 del cuarteto gospel The Statesmen, con Mosie Lister arriba a la derecha; la poderosa mano de Martin Luther King se expresa por sí sola e infunde fuerza a los presentes durante una alocución pública de éste; la mano de Dios se aproxima a la del hombre en el fresco “La creación de Adán”, pintado por Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina.