BLOGS DE JOAQUÍN JOSÉ FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ

BLOGS DE JOAQUÍN JOSÉ FERNÁNDEZ DOMÍNGUEZ
Elvis en concierto en el Hotel Internacional de Las Vegas en 1969

Elvis cantando "Hound Dog" en el Milton Berle Show de la NBC en 1956

Elvis interpretando "If I Can Dream" en el trascendental especial "Elvis" para la NBC en 1968

viernes, 25 de junio de 2010

SANTA LUCIA / WRITE TO ME FROM NAPLES / MONA LISA








Inspirado por el título de la famosa canción “An American Trilogy” (trilogía de exaltación nacional en la que se fundían armoniosamente sonidos del siglo XIX asociados con la comunidad afroamericana, el Sur y el Norte de los Estados Unidos, y que siempre representaba una de las cimas más altas de los conciertos de Elvis a partir de 1972), he decidido incluir en esta entrada lo que podríamos llamar “An Italian Trilogy”. Además de tratarse de tres temas que atesoro de una manera muy especial en mi cancionero íntimo presleyano, con su selección conjunta aquí persigo básicamente tres objetivos fundamentales: dar muestra de la excelencia como baladista romántico “alla italiana” de Elvis; rendir homenaje a la música italiana, o de inspiración y temática italianas, que durante las décadas de los 50 y 60 consiguió dejar su impronta de calidad incluso en la siempre exigente escena musical estadounidense, así como a los destacados cantantes, italo-americanos en su gran mayoría, que cultivaron con maestría dicho género musical; y, por último, ofrecer unas pinceladas de un apartado de la producción musical de Elvis, quizá desconocido para el gran público, pero dotado de considerable interés: las “home recordings” (“grabaciones caseras”), de limitada calidad de sonido en ocasiones, pero tremendamente reveladoras del Elvis artista, de su formación, gustos e inquietudes musicales. La primera canción es una breve versión de la archiconocida “Santa Lucia”. Elvis la grabó el 10 de julio de 1963 en Radio Recorders, Hollywood, para la banda sonora de su película de 1964 “Viva las Vegas”, dirigida por el reputado George Sidney. En una escena de la misma, Elvis, ataviado como camarero de un hotel de Las Vegas, entona esta canción como parte de su estrategia para “reventar” la romántica cena de la atractiva Rusty Martin, el personaje de Ann Margret, de quien está enamorado, y el exótico y sofisticado conde italiano Elmo Mancini, a la sazón interpretado por el actor italiano Cesare Danova. “Santa Lucia” es un ejemplo muy representativo de la “canzone napoletana”, término genérico que designa diversas formas de canciones tradicionales napolitanas (lamentos de amor, serenatas, etc), cantadas normalmente por un solista masculino en la lengua propia de esta zona de Italia. “Santa Lucia”, originalmente una creación popular, fue transcrita en 1849 por Teodoro Cottrau, quien también la tradujo del original napolitano al italiano en las primeras fases del “Risorgimento” o unificación italiana. La canción es una “barcarolla”, melodía típicamente asociada con los gondoleros venecianos que imita con su ritmo el cadencioso y sincrónico movimiento de los remos. En concreto, “Santa Lucia” es la “barcarolla” de un remero napolitano que pregona sus servicios, invitándonos a subir a su embarcación para disfrutar de la pintoresca belleza del puerto del barrio de Borgo Santa Lucia en la Bahía de Nápoles:

Sul mare luccica l'astro d'argento,
Placida e l'onda, prospero il vento,
Venite all'agile barchetta mia!
Santa Lucia! Santa Lucia!

Sobre el mar reluce la luna plateada,
El mar es plácido, favorable el viento,
¡Subid a mi veloz barquita!
¡Santa Lucía! ¡Santa Lucía!

Muy a comienzos de la década de los sesenta, el público norteamericano empezó a comprobar que Elvis era mucho más que un cantante sureño de rock. Su amplio y poderoso espectro tonal, la imparable progresión de los colores de su paleta vocal, así como el liricismo y la emotividad que sabía imprimir a sus interpretaciones hicieron de él un baladista romántico de primer nivel. La capacidad, yo diría que innata, del cantante para conectar con el alma de muy diversos géneros musicales lo llevó a cosechar un enorme éxito con sus dos versiones inglesas de otros famosos ejemplos del cancionero napolitano: “O sole mio” (“It’s Now or Never”) y “Torna a Sorrento” (“Surrender”), ambas grabadas en 1960. Aunque de corta duración debido a los requerimientos de su emplazamiento dentro del filme, su interpretación en la lengua original de “Santa Lucia”, un tema popularizado en un primer momento por el gran tenor napolitano Enrico Caruso y posteriormente por Mario Lanza, famoso cantante y actor estadounidense, hijo de inmigrantes italianos, me parece de gran calidad: sentida, intimista, barnizada por su preciosa estética vocal y por el entrañable trémolo de la guitarra que imita el tradicional sonido de la mandolina napolitana. Las otras dos canciones que completan mi trilogía son grabaciones caseras. En los últimos años ha ido aflorando un número estimable de grabaciones de este tipo, en las que Elvis interpreta temas de entre un amplísimo abanico estilístico, en el contexto de relajadas veladas caseras en compañía de amigos o informales sesiones experimentales con colaboradores cercanos en busca de nuevos temas para sus grabaciones profesionales. En 1999 salió al mercado el interesante CD “The Home Recordings”, en cuyo libreto dos destacadísimos expertos en la música de Elvis, Ernst Jorgensen y Colin Escott nos aportan las siguientes líneas, muy esclarecedoras de la valía de este tipo de grabaciones: “Las interpretaciones nos obligan a mirar más allá de las imperfecciones técnicas de la grabación o el austero acompañamiento instrumental para descubrir algo del alma musical de Elvis Presley. Es la música que, liberado de toda presión comercial, Elvis cantaba para sí mismo y su círculo más cercano; es reveladora y conmovedora a partes iguales”. “Write To Me From Naples” es una composición de Alex Alstone y Jimmy Kennedy que Dean Martin (nacido Dino Paul Crocetti en Ohio en 1917, de padres inmigrantes italianos, Gaetano y Angela) convirtió en un exitoso single en el año 1957. Dean Martin es un miembro de la extensa nómina de crooners y baladistas italo-americanos que llevaban la canción italiana en sus venas y que han escrito sus nombres con letras de oro en la historia de la música popular estadounidense, como Frank Sinatra (Francis Albert Sinatra), Tony Bennett (Anthony Dominick Benedetto) o Bobby Darin (Walden Robert Cassotto), entre otros. No es de extrañar que Elvis seleccionase este tema en sus grabaciones caseras pues, según él mismo reconocía, Dean Martin fue una influencia fundamental en la gestación de su estilo vocal como baladista romántico. Yo, que me declaro ferviente admirador de Dean Martin, he tenido la oportunidad de comprobar a través de múltiples audiciones de sus canciones la enorme similitud existente entre ambos cantantes. Se cree que Elvis grabó “Write To Me From Naples” en torno a febrero de 1966 en el número 10550 de Rocca Place, en el exclusivo barrio californiano de Bel Air, una casa alquilada que solía ocupar por aquel entonces cuando se encontraba rodando películas en Hollywood. En el tema podemos oir a Elvis cantando al unísono con Charlie Hodge y Red West, dos amigos personales y estrechos colaboradores musicales suyos, en un momento de su carrera musical donde mostraba un especial interés por la exploración de las armonías vocales. La canción, muy a la medida del registro y textura vocal de Dean Martin o Elvis, es una preciosa balada romántica que responde al patrón del lamento de amor, que, como señalé más arriba, es una de las formas convencionales bajo las que se solía revestir la canción napolitana:

I can hear a mandolino
Softly entice,
While I raise a glass of vino
Praising your eyes.

Since we said Arrivederci
My poor heart cries
For a letter from you.

Write to me from Naples.
I love you and Naples,
Call me Cara Mia.


Oigo el suave encanto
De la mandolina,
Mientras levanto mi copa de vino
Para brindar por tus ojos.

Desde que nos dijimos adiós
Mi pobre corazón implora
Por una carta tuya

Escríbeme desde Nápoles.
Te amo a ti y a Nápoles.
Llámame cariño mío.

Es digna de reseñar la mención en la canción del “mandolino”, la mandolina de estilo napolitano, instrumento esencial en el acompañamiento de la “canzone napoletana”, como pudimos comprobar en la primera canción. Gracias al buen hacer artesanal de los reputados “luthiers” napolitanos, este instrumento se extendió a partir del siglo XVIII no sólo por el resto de Italia sino por otros muchos lugares del continente europeo. Completa la trilogía un tema hacia el que siento un cariño realmente especial, “Mona Lisa”. Fue compuesto en el año 1950 por Jay Livingston y Ray Evans para la banda sonora de la película “Capitán Carey” (“Captain Carey, USA”), interpretada por Alan Ladd. Durante el desarrollo de la acción del filme, que tenía lugar en Italia justo después de la Segunda Guerra Mundial, la canción sonaba interpretada en italiano en distintas ocasiones. “Mona Lisa” obtuvo el Oscar a la Mejor Canción Original, convirtiéndose en la primera canción de una película no-musical que alcanzaba dicho galardón. En el año 1956, la pareja Livingston-Evans volvería a cosechar un Oscar en la misma categoría con la inolvidable canción “Qué Será Será” (“Whatever Will Be, Will Be”) interpretada por Doris Day en la banda sonora del filme de Alfred Hitchcock “El hombre que sabía demasiado” (“The Man Who Knew Too Much”). El mismo año de su composición, 1950, Nat King Cole grabó su propia versión de “Mona Lisa” en inglés, que se convertiría en un enorme éxito, permaneciendo durante ocho semanas en el número 1 de las listas de singles de Billboard. La interpretación de Elvis que podemos escuchar aquí data de abril de 1959 y fue registrada en el número 14 de Goethestrasse, en la ciudad alemana de Bad Nauheim, donde el cantante residió durante su servicio militar en Europa. RCA barajó la posibilidad de que Elvis grabase algún tema profesionalmente en Alemania, para lo cual su padre Vernon adquirió un equipo de grabación marca Grundig. Con dicho equipo se grabó a Elvis cantando “Mona Lisa” acompañado tan sólo por su propia guitarra. Como adelanté arriba, mi relación con esta canción es muy especial por variadas razones: me encanta la sutil, delicada, poética y conmovedora interpretación de Elvis; soy un devoto del legado musical de Nat King Cole, cantante y pianista de inmenso talento que peregrinó desde el territorio del jazz al de la música popular, destacando sobremanera en el género de la balada romántica, de inspiración latina en muchos de los casos; atesoro en mi memoria músico-sentimental el día en que, estando mi padre tocando su guitarra, le comenté que me había comprado el CD de Elvis “The Home Recordings” y que en él cantaba una canción bellísima llamada “Mona Lisa” (que yo por aquel entonces no conocía): estaba todavía acabando de pronunciar el nombre de la canción cuando mi padre ya me la estaba rasgueando en su guitarra –probablemente sea a través de mi padre y de la música de Elvis como he tenido el privilegio de entablar conocimiento con una enorme cantidad de canciones de gran calidad de épocas muy anteriores a mi propio nacimiento; la canción me encandila, cautiva y atrapa de idéntica forma a como lo hace el enigmático cuadro de Leonardo da Vinci en el que aquella se basa:

Many dreams have been brought to your doorstep,
They just lie there and they die there.
Are you warm, are you real, Mona Lisa?
Or just a cold and lonely lovely work of art?

Muchos sueños han llegado hasta el umbral de tu puerta,
Para después reposar y morir allí.
¿Eres cariñosa, eres real, Mona Lisa?
¿O tan sólo una fría y solitaria encantadora obra de arte?

Encabezan la entrada, por este orden, la portada del CD “The Home Recordings”, en la que se ve a Elvis en Alemania con su guitarra y su equipo de grabación casero; la portada de “Off Duty With Private Presley”, un interesante CD de edición limitada que salió al mercado en febrero del presente año y que incluye nuevas grabaciones caseras inéditas del cantante realizadas durante su periodo militar y un extenso libreto de 100 páginas con fotos inéditas y completos textos informativos; una bella visión panorámica de la Bahía de Nápoles; Elvis, Dean Martin y Shirley Maclaine celebran el cumpleaños del segundo en los Estudios de la Paramount en Hollywood en 1961; un “mandolino napoletano”; portada de un disco de Nat King Cole con su éxito “Mona Lisa”; “Mona Lisa” o “La Gioconda” de Leonardo da Vinci.





viernes, 18 de junio de 2010

I'LL REMEMBER YOU


Hay dos tipos de escritores: los que se asilan del mundo y tratan de modificarlo desde sus libros y personajes sin otro compromiso que la búsqueda permanente de la excelencia; y los que como José Saramago, que además de escribir obras esenciales como “El memorial del convento”, “El año de la muerte de Ricardo Reis”, los dos ensayos, el de la ceguera y el de la lucidez, y la maravillosa “Caín”, entre otras, son capaces de salir al mundo y tratar de cambiarlo con sus propias manos. Esa generosidad quijotesca la debió de heredar de su abuelo, quien antes de morir hace ya muchos años se levantó de la cama, abrazó los cuatro árboles que tenía en su huerto y se fue en paz, con la tranquilidad del deber cumplido.

Ahora que se ha apagado el hombre, queda el escritor, el ser comprometido, sus obras y su ejemplo. Y nos queda su memoria (…) Los hombres grandes nunca mueren, solo se van y nos acompañan de otra forma.

[Ramón Lobo. El País, 18 de junio de 2010]


I'll remember you
Long after this endless summer has gone.
I'll be lonely oh so lonely
Living only to remember you.

I'll remember too
Your voice as soft as the warm summer breeze,
Your sweet laughter, mornings after
Ever after, I'll remember you.

To your arms someday I'll return to stay,
Till then I will remember too
Every bright star we made wishes upon.
Love me always, promise always
Oooh, you'll remember too

I'll remember you

[Kuiokalani Lee]


Te recordaré
Mucho después de que se marche este eterno verano.
Me sentiré solo, oh tan solo
Viviendo sólo para recordarte.

Recordaré también
Tu voz suave como la cálida brisa estival,
Tu dulce risa, mañana tras mañana,
Por siempre te recordaré.

A tus brazos un día volveré para quedarme,
Hasta entonces recordaré también
Todas las relucientes estrellas a las que pedimos deseos.
Quiéreme siempre, prométeme que tú
También siempre me recordarás .

Te recordaré.

[Mi traducción]


Elvis grabó “I’ll Remember You”, una creación del compositor hawaiano Kuiokalani Lee, el 12 de junio de 1966 en el Estudio B de la RCA en Nashville. Sirvan la preciosa oda a la memoria del amor escrita por Lee y la sincera y emotiva interpretación de Elvis como mi modesto homenaje a la figura de José Saramago. En la foto, un anciano y ya enfermo Saramago acude a mostrar su apoyo a la luchadora saharaui Aminatu Haidar, en huelga de hambre.

lunes, 7 de junio de 2010

WE'RE COMING IN LOADED / THANKS TO THE ROLLING SEA






¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo.

En esta entrada se incluyen dos canciones de la banda sonora de la película “Girls, Girls, Girls” (“Chicas, chicas, chicas”), que Elvis interpretó para la Paramount en el año 1962, bajo la dirección de Norman Taurog. Taurog había dirigido, entre muchas otras películas, las conocidas “Boys Town” (“La ciudad de los muchachos”) y “The Adventures of Tom Sawyer” (“Las aventuras de Tom Sawyer”), ambas de 1938. “Girls, Girls, Girls”, que trataba de seguir la estela del inmenso éxito cosechado por su antecesora de 1961 “Blue Hawaii” (“Amor en Hawaii”), responde a la perfección al arquetipo de película de Elvis de la década de los 60: numerosas canciones, historia de amor, actrices atractivas (en la película que nos ocupa participaba uno de los sex-symbols de los 60, Stella Stevens, natural del estado de Mississippi, al igual que Elvis, y que el año siguiente, 1963, protagonizaría junto a Jerry Lewis el magnífico filme “The Nutty Professor” (“El profesor chiflado”) y escenarios naturales exóticos, cuya espectacularidad era grandemente realzada mediante el empleo de la fotografía en technicolor. En este caso, la película se rodó en Hawaii, una coordenada básica de la geografía elvisiana: además de hacer varias películas allí, Elvis ofreció conciertos significativos, entre los que sin duda destacan el del 25 de marzo de 1961 en el Bloch Arena de la tristemente famosa base naval del ejército estadounidense de Pearl Harbour, que fue su último concierto hasta su vuelta a los escenarios en 1969, y el del 14 de enero de 1973 en Honolulu, conocido como “Aloha from Hawaii”, emitido via satélite a todo el mundo; en ambos casos, la recaudación del concierto se dedicó a fines benéficos. Sin duda, las sugerentes imágenes que las películas de Elvis ofrecían de los espectaculares entornos naturales hawaianos aportaron su granito de arena en la consolidación del archipiélago del Pacífico como destino vacacional muy frecuentado por los estadounidenses y los japoneses en particular. “We're coming in loaded”, un tema compuesto para la película por Otis Blackwell y Winfield Scott, y “Thanks to the Rolling Sea”, una canción también creada para la banda sonora del filme por Ruth Batchelor y Bob Roberts, fueron grabadas por Elvis en los Estudios Radio Recorders de Hollywood el 26 de marzo de 1962. Al ser dos canciones de corta duración y esencial afinidad tanto en la forma musical como en el tema de su letra he decidido incluirlas juntas aquí, a modo de curioso díptico sonoro. La profesora Susan Doll, que completó su Doctorado en Estudios Fílmicos en la Universidad de Northwestern (Illinois) precisamente con un trabajo de investigación sobre Elvis Presley y es autora de libros como “Understanding Elvis” y “The Films of Elvis Presley”, explica que la mayoría de las películas de Elvis eran “integrated musicals” (“musicales integrados”), un género por aquel entonces ya consolidado durante décadas en Hollywood. El musical integrado se caracteriza por el hecho de que las canciones de su banda sonora juegan un papel central en el desarrollo del argumento y en la construcción de los personajes, aspecto éste que, en opinión de la profesora Doll, muchos de los críticos de las películas de Elvis ignoraban para centrarse más bien en el ataque a la supuesta inferioridad musical de las canciones en comparación con la producción discográfica no fílmica del cantante. En el caso concreto de las dos canciones aquí comentadas, puede afirmarse que ilustran a la perfección la tesis de Susan Doll: las dos son interpretadas a bordo de un barco atunero en las azules aguas del Pacífico (preciosa filmación en exteriores), puesto que el argumento de la película se centra en las peripecias de un pescador de atún hawaiano (Ross Carpenter, interpretado por Elvis) para recuperar la propiedad perdida del West Wind, el barco que construyó junto a su padre. El orden en que he presentado las dos canciones hace que incluso se puedan leer como un todo: “We are coming in loaded / Thanks to the Rolling Sea” (“Regresamos a puerto cargados de pescado / gracias al ondulante mar”). Desde el punto de vista musical, las canciones me parecen dos pequeñas joyas pues, aunque incluidas en la banda sonora de una comedia musical de ambiente hawaiano, son realmentes dos magníficos ejemplos de gospel. Percibo en la interpretación de Elvis, junto con el cuarteto gospel The Jordanaires, que lo solía acompañar en esa época, la maestría vocal y la sinceridad emocional de sus grabaciones religiosas. En el caso de “We're coming in loaded” se pueden paladear los sabores naturales del black gospel, recordando grandemente tanto el fraseado solista de Elvis como el armazón vocal de The Jordanaires a grandes formaciones del gospel del estilo de The Golden Gate Quartet. Por su parte, la versión de “Thanks to the Rolling Sea” que aquí ofrezco, a capella con la mínima adición de un sutil acompañamiento de guitarra acústica, se torna en un precioso ejercicio de polifonía coral concebido como emocionado himno al mar. De este modo, los dos temas se me aparecen como ejemplos de lo que yo definiría como “gospel panteísta”: la naturaleza simbolizada en el mar se nos presenta como un ente sagrado, divino, benefactor, que el hombre respeta y reverencia y con el que forma un todo indisoluble, una unidad armónica de la que extrae su sustento y forma de vida:

“Living is good and living is fine, we’re happy as we can be,
We owe all this to the salty brine, thanks to the rolling sea.

The mighty sea is good to us and we’ve got everything:
Abalone steaks and tuna fish cakes, taste so heavenly
We know who we owe it to, thanks to the rolling sea”

[“La vida es buena, la vida es estupenda, somos todo lo felices que podemos ser,
todo esto se lo debemos al agua salada, gracias al ondulante mar.

El poderoso mar es bueno con nosotros y tenemos de todo:
filetes de abalón y pasteles de atún, de sabor celestial,
sabemos a quién se lo debemos, gracias al ondulante mar”]

Si atendemos con detalle tanto a la estructura como función de ambas canciones, es fácil ver también en ellas espléndidos ejemplos de un tradicional género musical: los “work songs” (“cantos de trabajo”), melodías que se interpretaban al tiempo que se ejecutaban trabajos y labores muy exigentes desde el punto de vista físico. En concreto, las dos canciones ilustran una variante específica de canto de trabajo interpretada por marineros denominada “shanty” (del francés “chanter” / “cantar”) en inglés o “saloma” (del latín, “celeusma” / “canto de marineros”) en español. Consistía en un son rítmico, cadencioso entonado al unísono por los marineros para coordinar y hacer simultáneo el esfuerzo de todos en la ejecución de pesadas y laboriosas faenas físicas, como el izar y arriar de las velas del barco. En “Girls, Girls, Girls”, el tema “Thanks to the Rolling Sea” es interpretado por Elvis y sus marineros mientras echan y, posteriormente, recogen las redes empleadas para la pesca del atún, en una escena embellecida por el precioso entorno natural en que fue filmada. La repetición rítmica y onomatopéyica de la palabra de dos sílabas “rolling” marca la pauta para los dos movimientos básicos de la recogida de redes: el agarre con la mano y el posterior tirón hacia arriba de la pesada carga:

"Thanks to the rolling, rolling, rolling, thanks to the rolling sea,
Thanks to the rolling, rolling, rolling, thanks to the rolling sea.

We work all day but our hearts are gay, and while we work we sing."

["Gracias al ondulante, ondulante, ondulante, gracias al ondulante mar,
Gracias al ondulante, ondulante, ondulante, gracias al ondulante mar,

Trabajamos todo el día pero nuestros corazones están alegres, y mientras trabajamos, cantamos"]

En el encabezamiento de la entrada, de arriba hacia abajo, Elvis en el West Wind, Elvis cantando con sus marineros en el barco atunero, foto de Elvis con Stella Stevens, autografiada por ésta, llegada de Elvis a Honolulu en marzo de 1961 para su concierto en Pearl Harbour (el cantante fue recibido en el aeropuerto por unos tres mil seguidores), y foto del “rolling sea” en la zona del Faro de Corrubedo, en el municipio de Ribeira (La Coruña), lugar de nacimiento de mi madre, donde me inicié en el culto al mar durante mi infancia y adolescencia; como pie de foto, he incluido un fragmento del poema “Ahora te quiero” del poemario “Razón de amor” de Pedro Salinas, uno de mis referentes literarios fundamentales.




viernes, 4 de junio de 2010

FUNNY HOW TIME SLIPS AWAY







Este tema se graba en el Estudio B de la RCA en Nashville el 7 de junio de 1970. Había sido compuesto en el año 1961 por uno de los grandes del género country, Willie Nelson, compositor y cantante natural de Fort Worth (Texas). Elvis llevó a cabo unas sesiones de grabación durante cinco días, del 4 al 8 de junio, durante las cuales, entre otro material, registró la práctica totalidad de los temas de su LP “Elvis Country”, que saldría al mercado en enero de 1971. “Elvis Country” es un ejemplo de lo que en el ámbito de la música popular se conoce como “concept album” (“álbum de concepto”), una obra discográfica cuyas canciones componen un todo coherente y homogéneo que gira en torno a un tema o motivo central. Esto no era nada habitual en la producción discográfica de Elvis, cuyos discos solían tender claramente a la heterogeneidad, lo híbrido, la fusión de géneros y estilos. Lo que no debe extrañar es que el tema unificador de su álbum de concepto fuera precisamente el country. Elvis Presley y el género musical del country and western aparecen unidos por fuertes lazos. El country, nacido en el Sur de los Estados Unidos de la fusión del folk tradicional, la música de inspiración celta de los emigrantes irlandeses y escoceses y el gospel, entre otros estilos, era la música por excelencia de los blancos de las zonas rurales de esa parte de la nación. En la portada original del disco que aquí comento aparecía una foto de 1937 en la que se podía ver a un Elvis con dos años junto a sus padres, Vernon y Gladys Presley. Los Presley, residentes en una modestísima casa de madera de un solo dormitorio en Tupelo (Mississippi), pertenecían por aquel entonces a la clase social que despectivamente se denominaba “white trash” (“basura blanca”), ciudadanos blancos que vivían en una profunda penuria separada, en no pocos casos, de la delincuencia por una sutil frontera (de hecho, en 1938-39, Vernon Presley llegó a cumplir una condena de nueve meses en prisión por un delito de falsificación). De la situación de los “white trash” nos da buena cuenta la conocida escritora Harriet Beecher Stowe en su obra de 1854 “A Key to Uncle Tom’s Cabin” (“Claves de La Cabaña del Tío Tom”), quien llega a afirmar que en muchas ocasiones su nivel de miseria y degradación era superior al de los propios esclavos de raza negra. De este modo, la música country acompañó a Elvis desde su mismo nacimiento, fue uno de los reactivos que, junto con el blues negro, germinó en el híbrido que vino a llamarse “rock and roll”. Elvis inició su carrera musical en el circuito del country and western: fue telonero de algunas figuras fundamentales del género, como Hank Snow, y en el período 1954-55 actuó en los centros neurálgicos del universo country sureño, como el Louisiana Hayride y el Grand Old Opry de Nashville. De esta manera, el LP “Elvis Country” vino a representar un sincero homenaje a sus raíces vitales y musicales. El disco representa una auténtica enciclopedia sonora del género en sus múltiples variantes: “blue grass, honky tonk, Western swing, rockabilly, countrypolitan y outlaw country”; en esta última variante se integran auténticos “fueras de la ley” del country como Johnny Cash, Waylon Jennings o el propio Willie Nelson, que rompieron con las rígidas normas del género que se dictaban desde Nashville. En la canción que aquí podemos escuchar es de justicia destacar el inmenso plus de calidad que aportan la guitarra de James Burton y el piano de David Briggs, que se unen al resto de instrumentistas y a la voz de Elvis en la espontaneidad, autenticidad y naturalidad de una grabación en directo en el estudio (“studio live recording”). Soy gran amante del country y cuando éste viene de la voz de Elvis aún más. Hace ya algunos años el diario “El País” publicó en capítulos una historia del rock, en la que colaboraron destacadas firmas del periodismo musical español; en el capítulo donde se trataba a Elvis, todavía recuerdo como Diego Manrique, histórico crítico musical y locutor de Radio 3, destacaba la faceta de baladista country de Elvis. Su excelente interpretación de “Funny How Time Slips Away” (emocionada traslación del clásico latino del “tempus fugit” al universo country) es buena prueba de ello y de, probablemente, su gran aportación al country and western: la densidad y profundidad vocales del blues y gospel negros. ¡Ahora oigamos la canción y luchemos contra el “tempus fugit” con el “carpe diem”! Encabezan la entrada, de arriba hacia abajo, la foto de 1937 de Elvis con sus padres, la portada original de “Elvis Country”, la portada de un bootleg secuela del disco, con un “white trash” Elvis solo y con su madre en Tupelo en 1946, una foto de la casa natal de Elvis en Tupelo, un cartel anunciador de una actuación de Elvis en el circuito del country and western del 3 de septiembre de 1955 y, por último, una foto coral de artistas country del Louisiana Hayride, con Elvis a la derecha, también del año 1955.